Hacia principios del siglo XVIII la combustión era una de las
transformaciones de la materia más utilizada para generar energía. Sin embargo,
hasta ese momento no se sabía porque algunos materiales como el carbón o la
madera podían “arder”, producir “humo” y transformarse en cenizas. Durante
varios siglos muchos científicos en Europa dedicaron buena parte de sus
estudios a comprender este fenómeno químico, sin embargo no contaban con los
instrumentos adecuados para medir las variables de este proceso.
Antoine
Lavoisier se interesó por la combustión en 1772 porque era el principal
problema de la ciencia del siglo XVIII. En esa época se pensaba que la materia
que podía arder lo hacía porque una parte de ella, a la que se llamaba
flogisto, se separaba durante la combustión liberándose hacia la atmósfera y
por eso las cenizas resultantes pesaban menos que el material antes de
quemarse. Lavoisier se dedicó entonces a probar la “teoría del flogisto”. Para
ello construyó una de las balanzas más exactas de la época y diseño un
dispositivo semejante a una cúpula, donde llevó a cabo la combustión de
diversas sustancias de manera aislada.
Con mucho cuidado realizó sus experimentos en repetidas ocasiones y
observó que si se quemaba madera en un espacio cerrado, los gases formados en
el proceso quedarían dentro del sistema y entonces podría demostrarse que las
cenizas, más los vapores formados, más lo que quedaba de aire dentro de la
cúpula, mantendría el peso original de la madera más el aire. Lavoisier notó,
en efecto, que si en el curso de todos sus experimentos se tenían en cuenta
todas las sustancias que tomaban parte en la reacción química y todos los
productos formados, nunca habría un cambio de masa.
Por eso, Lavoisier mantuvo que la masa no se creaba ni se destruía,
sino que simplemente cambiaba de unas sustancias a otras. Más tarde presentó
sus resultados a la comunidad científica de su tiempo empleando dibujos de sus
experimentos así como las tablas con resultados de sus mediciones de la masa
durante las combustiones.
Las conclusiones a que llegó Lavoisier mediante el uso de mediciones
fueron de tal magnitud que los científicos las aceptaron sin reservas y a
partir de este momento fueron enunciadas en la Ley de la
Conservación de la Masa, que sirvió de piedra angular a la química del siglo
XIX.
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